martes

La Fuga de los Cristos (Parte II)

Zepronia Zertuche Zárraga había pasado largas horas sin dormir frente al Cristo de oro que tenía en la capilla de su casa.
Alrededor de él había colocado un centenar de veladoras que a modo de circulo de fuego esperaba sirvieran para evitar que el Cristo de oro macizo, de casi ochenta centímetros de altura, pudiera fugarse. Luchando contra el sueño, avivaba su ánimo cantándole coros y alabanzas mientras los demás miembros de la familia roncaban vencidos por el agotamiento.

Los Cristos habían empezado a desaparecer días atrás. Desde ese momento, los miembros de la familia montaron guardia consecutiva frente a la dorada imagen - herencia de sus notables ancestros- para evitar que ésta desapareciera.
Era el turno de Zepronia de hacer la guardia. Fijaba los ojos a la imagen esperando que ésta despertara de su natural inmovilidad, pero la imagen había permanecido inmutable.

Muchas cosas pasaron por la mente de Zepronia: "Quizá la imagen estaba a gusto en su cuerpo áureo y no deseaba abandonarlo"; no –se decía-, esa no es la razón, en los templos de Roma había visto imágenes fundidas del mismo metal, decoradas, además, con otras joyas de incalculable valor como estaba éste, y sin embargo las imágenes habían desaparecido en tanto que el cristo de su casa continuaba en su sitio.
Luego, venía a su mente la tradicional religiosidad de su familia. La cercanía con las cúpulas del Clero Mexicano, y pensaba que, quizá, el Cristo había, a manera de distinción, decidido que la familia Zertuche Pranagan fuera, entre todas las demás del resto de la humanidad, la elegida para conservar la única imagen existente del Cristo crucificado.

Al tenor de estas reflexiones, Zepronia sentía en su corazón que esa era la razón por la cual el Cristo de su casa aún permanecía sobre la cruz dorada, en el nicho que le habían destinado para su cotidiana adoración.

"Vendrán a este lugar el Papa y todos los cardenales del mundo". "Vendrán Reyes y Nobles a adorarle". "Todos los mandatarios de la tierra postrarán sus plantas en mi mansión para admirar el prodigio". Los Zertuche, distinguidos por el Rey de Reyes y Señor de Señores, han sido escogidos como guardianes del único Cristo existente en el mundo. La humanidad sabrá que Él está ahí y todos los pensamientos estarán puestos en nuestra distinguida familia cuando se piense en el Hijo de Dios.

La emoción de sus pensamientos se reflejaba en su cuerpo. Le costaba trabajo tragar saliva, le costaba mantenerse inquieta ahí, fija frente a la imagen, cuando sus anhelos estaban puestos en otro sitio, allá entre sus amistades más distinguidas, haciendo gestos de bondad entre los personajes más encumbrados del mundo, permitirles la gracia de ver al "Cristo de los Zertuche".

Lo observó detenidamente. Cómo se lamentó que su tatara tarata abuelo hubiera decidido colocarle rubíes para sus ojos sangrantes, ella hubiera preferido unas esmeraldas, el verde azuloso era su color preferido. La corona de espinas se hubiera visto mejor si la hubieran construido de rubíes y diamantes para reflejar con destellos la sangre del crucificado. Pero así fue la voluntad de sus tatara tatara tatara... que tuviera los metales y piedras que habían sido parte de la producción de sus minas. De echo ese había sido el propósito del ancestro al mandarlo a hacer, que todas sus partes fueran a manera de gracias por tanta riqueza concedida a la familia.

Zepronia se arregló el vestido. Se acomodó en su sillón de vigilancia tal como lo hubiera hecho siendo ya, la distinguida del cielo. Se imaginó ahí dentro, con toda una multitud esperando turno para llegar hasta ese lugar, a esa capilla en donde estaba el único Cristo en imagen. Pensó en sus necesidades, seguro que sí, tendría que reacondicionar el sitio, poner por ejemplo, las instalaciones necesarias para que ella y sus hermanas pudieran tener todas las comodidades sin ausentarse del sitio. Se imaginó unos sanitarios y un comedor de mármol blanco. No mármol blanco no... bueno ya pensaría qué y cómo construiría el santuario. La fuerza de sus pensamientos le provocaba insomnio. No requería de esforzarse para permanecer despierta. Estaba más que despierta: ¡viva!, soñando, con su idea de la grandeza más depurada... Sí, la más depurada; quién podría dar la mayor grandeza sino Dios mismo.


Una especie de estática se empezó a percibir en el ambiente.
Horrorizada, vio como el Cristo de desprendía de la Cruz y se dejaba caer pesadamente sobre las bocas abiertas de los vasos conteniendo las ceras encendidas, sin romperlas. Luego, habiendo librado este inocente obstáculo, como si conociera la casa se dirigió hacia donde estaba la salida. Zepronia Zertuche quiso gritar pero la sorpresa le había enmudecido. Logró romper su inmovilidad y salió apresuradamente tras la imagen, la alcanzó antes de que llegara a la puerta de la entrada. Sujetó por el hombro al hombrecillo dorado, y éste se derritió al contacto con sus dedos, volviéndose un emplasto dorado en la alfombra de la casa.
La puerta se abrió y un leve viento hizo que de nuevo se cerrara, suavemente.
Zepronia pasó sobre esa especie de charco de metal dorado y abrió la puerta de la casa. Ya afuera, trató de encontrar algún indicio que le revelara por dónde se había ido el Cristo que había estado contenido en el metal. Nada, sólo espacios invisibles y desiertos a lo largo y ancho de las calles y las casas. Ni una sola huella. La embargó la tristeza. Sabiendo de antemano que cuanto hiciera por encontrarlo sería inútil volvió a entrar a su casa, y en el primer sillón que encontró se acomodó para asimilar el enorme vacío que le dejaba la volatilización de todos sus sueños. Se quedó dormida para siempre, como si su cuerpo quisiera reponer eternamente las largas horas perdidas de sueño.

Si no puedes llorar

Me había dicho, si no puedes llorar… piensa en ella.

Siempre aparecía tu rostro, era tan bello observarlo ahí, entre la oscuridad de mis pupilas. Primero empezaba a ver una silueta oval, luego se iba formando tu cabello. Disfrutaba ver el contraste entre tu largo y quebrado pelo negro y esos traviesos rayos plateados que se habían ido multiplicando rápidamente en los últimos años; después veía tu frente, siempre breve, y con algunas líneas de expresión tan consideradas contigo, que apenas partían la tersa y morena tez sobre tus pobladas cejas, ahí, donde a los lados, como cascada, caía tu cabello sedoso y negro, buscando el descanso de tus hombros; luego, tu mirada oscura, amorosa, auscultante de mi alma, pesada como la miel: maravillosamente pesada; me gustaba perderme en ella, mirar tu iris juguetón mientras que la retina se ennegrecía cada vez más cuando acercaba mi rostro para mirarte.
Me hubiera podido ir dentro de esa pupila hacia el fondo más amado por mi alma, hacia esa matriz protectora de amor que en algún sitio tienes para mí.
Me hubiera podido ir para escapar en ti de mis torturas.

Luego volvía a la realidad y descubría frente a mis ojos, en ese piso frío de cemento puro donde mi rostro se encontraba reposando el desmayo.
Una gota de sangre, roja, roja, roja… en donde se reflejaba el iris de mi ojo castigado. No me molestaba el sudor, tampoco la viscosidad de la sangre; los golpes en las costillas eran casi un sustituto de la presión del cinturón, ya ausente, para evitar un pasaje al eterno olvido.
El ardor de los fuetazos en la espalda eran casi unas líneas entumecidas por el frío.

Dejé ir mi mirada más allá, hacia la esquina, cerca del borde donde la pared trepa sobre la luz, o la luz trepa sobre el borde de la pared (quién sabe cuál suba en cuál), pero no lograba mi propósito, no lo lograba, no lo lograba, no lo lograba…
Había un cadáver ahí, con los ojos abiertos mirando a la nada.

¡¡ Alabado seas!!… ¡¡¡ Te has escapado!!!... ¡¡Por fin te has escapado!!...

Luego los pasos tras de mí, de nuevo al banquillo, con las manos atadas hacia el frente… y mi espalda descubierta, esperando..., esperando..., esperando el golpe.

¡¡Busco tu rostro !!..., tu rostro… ¡¡Muéstrame tus pupilas !!
¡¡ Ábrelas, déjame ir dentro, Laura!!... Ahí, en la matriz de tu amor, donde sólo me quieres..., donde nadie me daña…

¡¡ Laura!! ¡¡ Laura!! ¡¡Laura!!

lunes

Para matar...

Para matar el tiempo, uso, un cuchillo de ruidos y un mar de pensamientos sublimados.
Una hoja sin papel y unos dedos delgados.
Para matar el tiempo (que criminal transcurre) no existe más remedio que matarlo
o de muerte te aburre.

El tiempo no se muere, no se muere ni en horas...
Su corazón de fuente llena las mares todas.
Las llena de latidos, de miradas censoras,
que sobreviven solas, con sus hambrientas sombras.

Para matar el tiempo
¡Oh ilusión ilusoria!
No existe aún remedio:
Siempre se vuelve historia.

¡Calla!
El guardián de los minutos en silencio se asoma con pasos de silencios
sus silencios retoma...
Silencios tan hondos en donde el eco de todo no alcanza a volverse suspiro
silencio donde sólo habita el inescrutable espacio:
la mente loca
la mente loca...

domingo

ON WHITE


ON WHITE
Fotografía: AnnaZ

Sin...

Se mezclan,
masa informe de letras de plástico
con dedos diluidos
sobornables
débiles
tibios
idos.

Chorrean,
caen como lluvia ácida
sobre el silencio,
en la oquedad
de la llama
tenue
que
se
apaga
sin aire
sin poesía.

sábado

Aromas

Con perfume a vainilla,
ruido de risas y juegos,
sabor a hierbabuena y miel,
pasaron los días de mi infancia
envueltos en tiernas caricias.
La fragancia de las rosas
que exhalaba el primer amor,
la música que lo evocaba y
los versos que lo describían,
embriagaron mi adolescencia.
Mi juventud me descubrió
el vaho a pino que acompaña a la libertad;
me regaló el susurro de los halagos,
el calor de la amistad
y el amor eterno.
Luego, en el jardín de pensamientos y cipreses,
arropada por el efluvio de los jazmines,
derramaría caudales de ríos salados,
cuando de tantos de mis afectos
fui desposeída.
Hoy, al evocar los aromas de mi vida,
intuyo que ha sido el olor del mar
el que, en una noche de luna llena,
te ha traído hasta aquí para cerrar mis heridas,
con la muda promesa
de vivir y morir
como una sola alma

viernes

A besos

A besos canto
a cada poro
de tu piel.

martes

Landing (aterrizando)






Landing
Fotografía: Anna Zavileiskaia




Damos la bienvenida a una excelente artista, AnnaZavileiskaia. Tenemos el gusto de tener su autorización para ir metiéndonos en su mundo, que tantas cosas en común tiene con la poesía, pues su lenguaje visual es sublime.

domingo

Tema (Ocaso)

Apolo duerme
la sábana dorada
guarda sus sueños.

Un pequeño error

Desde nuestra primera cita, los sms se convirtieron en un aliado imprescindible para nosotros. Los viajes y las reuniones a las que constantemente debíamos asistir nos impedían vernos e, incluso, mantener una conversación telefónica la mayor parte de los días laborables.

Procurábamos escaparnos los fines de semana. Buscábamos un lugar alejado de los obstáculos cotidianos y, como poseídos, nos entregábamos el uno al otro.

El regreso cada lunes a la vida real se iba haciendo más difícil con el paso del tiempo.

- Ya estoy echándote de menos, y aún estás conmigo.

Al oírlo, se me inundaron los ojos de lágrimas.

Aquella despedida estaba resultando especialmente dolorosa. Durante tres largas semanas no podríamos vernos, y yo no conseguía reunir fuerzas para dejar de besarle, coger mi bolsa de viaje y salir del coche.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que, sin saber cómo, me vi en el ascensor, camino de mi apartamento.

Zumbaba en mis oídos su voz entrecortada por la emoción:

-Te quiero. Lejos de ti no hago más que contar las horas que faltan para tenerte entre mis brazos.

Estaba ya en casa, soñando aún con los ojos abiertos, cuando llegó su sms:

“Ma cherie, 4 heures pour te prendre dans mes bras...”

Pasaron minutos antes de que lograra comprender.

Esa noche él viajaba a París.

Había sufrido un error al seleccionar el destinatario.

sábado

Ocaso

Tras los almendros
simula ser hoguera
el sol muriendo

viernes

Las palabras y la vida

Todos tratamos de decir algo con las palabras,
pero es tan difícil expresar esos antros de oquedad
túrgidos y urgentes con la mera inflexión
de los músculos de tu garganta.

Querer dejar en el mundo lo que sentís
es tarea ardua, que a la larga
te llevaría el mismo tiempo de tu vida
y al final no podrías decir nada,
... sí, la vida,
sin embargo, mientras pasa, a veces
con indiferencia te deja ver las clarores
de incendios que transcurren en otra parte
y es ahí, al improviso, donde nace la poesía
que a menudo son los infiernos o paraísos
de vos o de los otros, pero las más
con el mismo traje de disfraz que usa
para confundirte y decirte que solo estás de paso
que no tenés que tomarte nada a pecho,
andar despacio y retroceder si es necesario
haciendo dos veces el mismo trecho,
y si te toca amar es mejor que lo hagas
dispuesto a recordarla para hacer menos volátil
el amor que sucederá mañana
porque a la vida de estas cosas me parece
que no le importa nada.

jueves

A la amada ausente, todo canto suena a llanto.

En el triste portal de mis heridas
esta daga no esconde su reproche,
y duele más en la penosa noche
cuando la soledad se vuelve herida.

La soledad no es casa de derroche
cuando la muerte se padece en vida;
húmeda está la flama desvalida;
como botón, para sudario: el broche .

Y el silencio fatal, con su venida
vístese como erial: tierra de nada;
nada, se vuelve nada, aborrecida.

No es canario el cantar de mi alma hundida,
cuando al llorar, se canta, por la amada
si llanto el canto se hace, de por vida.

noviembre

El viento lame,
la soledad se escurre :
huele a noviembre

La Casa de las Talaveras ( a su reconstrucción)

Me metí en sus entrañas como selva
como cueva vieja de montaña
donde la lama se ha vuelto algún tapiz exótico
y la penumbra vaporosa ...,
una forma de incienso.

Ella piedra;
yo tierra que a latidos se reanima
y que a fuerza de besos
se libra de ser roca.

La Casa de las Talaveras
me mostró su vientre de retrato
y mi mirada encontró entre sus hechizos
las huellas de los años que han pasado
por sus techos ahumados de candelas
pletórico de fantasmas perturbados.

La ciudad brilla entre las calles cansadas de pisadas
los reflejos del sol son tormentas de iones desterrados.
¿Cuántas pisadas mudas se atropellan al paso?...
y en el hotel de paso, cobran vida, las viudas
infieles a recuerdos enterrados.

La Ciudad palpita alerta
La Casa de las Talaveras
antes viuda:
hoy se viste de fiesta.

Versos para amanecer sin ti.

Antes del amanecer,
extraviado entre ruidos como huellas,
que van dejando una estela cristalina en mis sentidos,
me miro,
solo,
como el fantasma que se aburre
entre sus propios secretos,
al que solo le despiertan interés
los secretos que guardaron tus secretos.

Antes del amanecer
adormezco, meditando antes del sueño
las razones más absurdas que existieron
para que te encuentres lejos.

Casi al amanecer...
cobro vida:
te sueño.

martes

Pasos

Yo te sigo
tú da un paso, y yo te sigo;
haz un poema y haré un cuento
si haces un cuento...
solamente yo te pido
que no sea un cuento infantil
porque adormeces
y despiertas
al siempre niño que me oculta el tiempo.

Yo te sigo
tú da un paso y yo te sigo...
haz un poema y yo haré un cuento
a mí me gusta llorar con tus poemas
y me gusta abrazarte con mis cuentos.

Tú da un paso y yo te sigo.
Anda, camina...
que la letra nos lleve
en su barca de noche
en busca del poeta pretendido
para que todo cante
y todo dance
entre cuerpos desnudos
de ese coro sin nombres distinguidos.

Yo te sigo...
haz tu intento
quizá no encuentres nada
a lo mejor es fraude
ese tibio parnaso pretendido;
aunque después de todo...,

si lo piensas:
te quedará un amigo.

Los ladridos

Los ladridos me duelen en el alma,
son mucho más que ecos llorosos de la noche,
son como pala de panteonero
que desentierra todos mis cadáveres,
ensuciando la sábana blanca de la luna
con mis risas dormidas en la nada.

lunes

Entre la tarde y yo.

***

Entre la tarde y yo
quedan lazos no del todo disueltos
mil minutos quizá,
quizá menos...
no lo sé.
No me afana el contar los poemas que esperan.

Al espejo

***
El espejo me muestra diferencias:
cada cana un aire de respeto;
sin embargo, allá dentro,
donde moran las verdades...,
aún late un enorme torrente de inquietudes
y cúmulos de batallas no resueltas.

Mariana y mis silencios.

***

Antes de la A, de la B, todo un mar de palabras se agolpan en mi mente. Me miro en el reflejo de la pantalla y te veo a ti en mis ojos.
Tú siempre en mis ojos.
Todo el tiempo.
Tú también en aquella tarde combativa. La de los cráneos rotos con macanas que sólo saben de sudores y de chichones. Tú con tu flaca mano siempre asida a la mía, con la esperanza de encontrarnos siempre, en la misma celda, tras la misma vejación a nuestra dignidad; y quizá: hasta en nuestra misma tumba clandestina colectiva.
Tú, siempre tú: al lado o al frente mío.
Tú que en la sangre llevas semilla de disidencia digna y de rebeldía militante.

Antes de prender el primer pensamiento vienes tú; y la tarde se vuelve tan serena...
Y cuando vienes me da miedo que acompañe a tu recuerdo una tarde nublada o lluviosa, porque entonces, el mundo se me hace Edén, y me escapo en ese globo meteorológico que muchos confunden con platillo volador a la distancia.
Me escapo volando en la escoba que barre, recogiendo todos nuestros recuerdos, y te miro verme con esos ojos que huelen a verano en el mediterráneo: tibio y amoroso.
Se me hace sequía cualquier taza te café, y las hojas de papel se marchitan esperando a que algunas vocal se aposente por fin en el relato.
Mi temor se hace realidad: la tarde toda se vuelve caramelo y las palabras sobran para decir te quiero, y en verdad que sobran, porque tantos momentos juntos acumulan todo lo que se promete o se jura en el te quiero.

Yo me quedo callado de los dedos y de la boca.
La tarde se me nubla, se me hace río de cánticos encantados por el embrujo de tu presencia en mi mente. Y me miro ahora viéndome en el espejo sobre iluminado del escenario que me incuba, mientras los ojos y los oídos inquietos ya me aguardan allá en el auditorio.
Me veo ahí con la camisa negra y las sienes con sus hilos plateados que tu mano enceró con tal ternura que quedaron parados.
Me miro ahí y mis ojos delatan mi retrato al espejo burlesco que me muestra más arrugas de las ya conocidas. Me miro ahí con la ceja caída después de tantas noches de desvelo, de repaso y repaso de los compases complicados de la Mazurca necia, que neciamente se incrusta en el programa. Me miro ahí y adivino lo que la gente piensa cuando me mira salir al telón de sus ojos y al cuenco del oído que me lleva a sus sentidos.
Ellos me piensan como el que repite al genio que en mis manos se repite; y yo me miro como el yo que conoce a Mariana, la que está allá atrás, más nerviosa que yo, deseando que estén presos todos los tenues ruidos, y que las musas, todas, estén juntas conmigo.
Yo me miro en sus manos sudadas por los nervios, y en su angustia que estalla minuto por minuto a cada acorde, a cada arpegio.

Y me miro yo también aquél día en la Sala de Espera, con las manos sudadas y los cabellos vueltos comúnmente jirones, mientras tu cuerpo pare su única y perfecta opera prima entre coros llorosos.

Me miro mientras la letra muere en la esperanza. Mientras cierro el circuito que corta la sesión no completada, mientras busco su cuerpo y la cubro de besos mientras lo deja todo como si fuera nada y se cubre de noche, de desnuda y deseada.

Me miro y mi mirada languidece. No me importan las sombras, ni las sirenas que se roban la calma, cualquier calma. Porque lo que se escribe en el alma es un canto que contiene nuestros silencios, en un sólo relato llamado silencio. Quizá porque el amor, para cantarse, no ha menester de tan inspiradas letras, como sí, de amorosos silencios.

domingo

Ex profeso

-
Levantar huesos desde el excremento,
estructuras de un cuerpo yacente
fingido y olvidado,
muerto y desarmado.
Intentar marcar sus partes
para armar el esqueleto de ese sujeto
quizás arrojado por descuido
a los monstruosos olvidos
entre las lombrices
habitantes de su médula;
corrompida, antisocial,
desamorada.
Pudo haber sido un animal bípedo
de costumbres insignificantes,
prosapia de un homo erectus
moderno y reciclado
en plástico biodegradable,
de ahí el lugar donde lo encuentro;
metabolizado, excretado en formas disímiles
sobre el pasto quemado del tiempo.
Quizás murió de inanición
de amor ausente de maderos,
calcificado en huesos de piedra
escribiendo letras de poemas;
y aquí me encuentro
desde lo disímil a esta parte;
armar su currículum vitae ya muerto.
Ex profeso: su excremento.

lunes

Mercedes

***

Se ha ido...
Mercedes,
se ha ido
pero su canto
sigue entre nosotros.

Y a cada canto aparece un paso por los largos pasillos de la facultad
aparece un beso
de labios calientes combatientes
aparece un grito rebelde
que reclama libertad.

Se ha ido
como el tiempo
como el doliente tiempo
que construyó las dictaduras de cartón
y lastimó la conciencias de mantequilla
con el duro disparo tras la nuca
y los gritos formados en hilera
con la cabeza gacha
y la rodilla hincada
para absorber la marca
que deja hendida en el alma
la ignominia.

No han muerto los recuerdos
pero se han vuelto viejos y cansados.
Viejos guerreros enfermos de fatiga de combate
ante un mundo fatal
que se disfraza.

Se ha ido la mujer
cronista de trincheras solidarias
navegante de exilios honorables
y emblema sincero
de un canto así
como se espera.

Mercedes se ha ido y aún escucho
su canto que me canta nuestra historia.

sábado

La hierba sobre tu costado

.
Estoy sobre tu cuerpo cansado
de ser todas las mujeres que amé,
en los amé pasados, en otras vidas
en las próximas amé, que no sé si vendrán
para que vuelvan a estar sobre ti.

Me miras con tus senos ajados
de tantas garras que te sujetan;
las mías, del otro ajado como yo,
de sangre joven y enardecida
que sólo pretende pasar sobre tu vientre.

Lloras para dentro de tu maldito estar,
siempre abajo, siempre abajo,
violada, violada, eternidad violada
y no te quejas porque estás para ello.
Nadie se baja, quieren más y tú les das.

Y vuelven en malones a poseerte,
borrachos, lascivos, reclamando
que solamente finjas que ríes y gozas;
otros por ver en ti a sus amores
a los amé de ayer, en otra vida y ni te quejas.

Miras la hierba que crece al costado de tu vida
las flores que tocan el piso marchitas,
tu flor, la que se desflora cada día
en la oscura noche de tu pieza
mientras tu cuerpo cansado ya ni suspira.

No copie, use la imaginación...

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