domingo

rutas

Hoy me veo así:
como un vuelo que tiene los rumbos limitados:
el supermercado
la agenda de los jueves por la tarde
los viernes de café
los sábados haraganes...

Me nacen alas de añoranza
para sueños migratorios
como si fuera Sol ante el ocaso;
o algún viento de otoño
con cartas de esperanza veraniega.

Es en vano...
Tengo raíces y tronco de madroño
y a mis ansias de ave
la sentencia que descarta
ciertos genes migratorios:
Los cuervos no hacen verano.

lunes

la despedida

suave viento que recoge sus aromas
y obsequia su vallado
para que lo consuma el fuego que calienta el invierno
Eco que se queda resonando
entre viejos recuerdos que nunca fueron cuna
Lluvia de cristal que, diamantina,
difuminó colores por la tarde
matizando de ensueño a la mirada
que siempre se ve lejos
Polvo que deja polvo
tras los pasos errantes
de lo que tiene vida.
Qué tristeza es contar
la ruptura sin cielo
que sucede
al momento fatal
de despedida.

néctar ausente

los mil microsegundos que anteceden al latido
gritan tras sus puertas semi abiertas
que te quieren de vuelta
que el estertor de las pulsadas te requiere
para fluir como aroma por las venas

yo me callo
la languidez supera
los anhelos del pecho.

felicidad

el efluvio me toma
-tierna rosa marchita que vuelve al colorido-
el pulso se aletarga
desde la boca, el alma,
su torrente, platica.

Me vuelvo claro cielo
o clavel de una casa
que a lo lejos me mira
entre el paño de lluvia
de alguna tarde tibia.

El efluvio me llena.
Aromas de naranja
la pradera gravita,
vuelve pálido el cielo
la presencia inaudita.






inspiración

entre oleajes o brumas
mi alma suena a espanta brujas
fustiga a mi silencio
vacía las entrañas por mis húmeros vacíos
y derrama su letra,
cuerpo entintado
disfrazado de placenta
que se rompe al parir
y tañe, a la voz,
con su sonido.

domingo

Mi estrella

Mi estrella más azul
tiene un cortejo de embelesos peregrinos
y un pedestal de promesas olvidadas.
Va vestida de tul
con las perlas del llanto
de ilusiones malogradas.

Mi estrella más azul
deja su cuerpo dibujado
en las hebras del hilo
con que bordo en mi almohada
la nave de los sueños
tras las huellas amadas.

Destellos

Al iris le gustan las estrellas
con destellos que brillan
tras la pupila opaca.

Lapsus

Me gusta arar en la nieve.
Sembrar eternos sentimientos
que se marchan al sur
matizados en agua derramada.
Me gusta galopar en pensamientos
sobre las cosas raras
Encontrarme de pronto ante tu puerta
con mirada extrañada
y una sonrisa idiota
que no te dice nada.

Me gusta
Sí, me gusta.

El Invierno se presta
al carnaval de locos.
Regresan los recuerdos
que nunca son tan pocos,
durmiendo en el olvido...,
como fetos sin rostro.

Mi locura se arrastra entre la nieve,
se confunde en muñecos
para los ojos niños
que no lo vieron todo.

La blancura descarna los prejuicios del alma
muere el cuerpo y la carne con todos sus martirios
es página no escrita, que misteriosa, aguarda,
a que el miedo se cierre
y alguna puerta se abra.

Lunaterías para una lluvia despistada.

Y el día dos del año diez, nos visita la lluvia
La calle mojada y los pámpanos confundidos
Con la lluvia viene el viento, quebradizo, con púas invisibles, que laceran el rostro
y lloriquean al parpadeo.
Las montañas cercanas se disfrazan de azul cielo,
cuando el sol las desnuda, muestran vientres color de hielo.
Arrebañes celestiales vuelven virginal la bruma huidiza
y el corazón palpita a fondo
inspirado en los vuelos aeronáuticos
que le invita distancias.

Hoy no he dicho tantos te quiero como ayer,
la he pasado abrazado.
El corazón palpita entusiasmado imaginando las olas que ya esperan:
promesa de diciembre.
Me deshago en sustentos emotivos
para la débil carne, no decaiga, como el valor del peso.
Tú allá lejos esperando mirarme
esperando encontrarme en tu rincón imaginario
encendiendo las velas
y consumiendo incienso en los respiros
para elevar el alma y encontrarnos.

Paciencia
quieta y muda paciencia
algo eterno y doloroso
para llorar los años.

Algún día te amaré...
conoceré tu desnudez, desnuda.

Y el día dos, del año diez,
se apareció la lluvia inesperada
Con sus erizo de hielo sublimado
me empalagó la piel,
y tuve un pensamiento despistado
que me dejó la luna desde ayer
conteniendo un recado desquiciado
para mi mente en fuga.

Me refugié en tus besos;
el verano del dos mil diez,
nos cogerá abrazados.

No copie, use la imaginación...

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Una flor silvestre en la Web

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