domingo

Mal Sueño

Me trajeron aquí hace diez horas, bueno, eso creo, porque no tengo forma de contar los minutos, digamos que ya tiene un largo rato, que casi se vuelve día. Desde que me trajeron la pared no deja de mirarme con sus poros de yeso maquillados de pintura blanca. Del techo se desprende un haz de luz difuminado que se prende en todos los rumbos de la habitación, al cual es imposible seguirle las rutas, aun cuando se cuente con tantas horas, tantas, como casi diez, para ello. Desde que me trajeron no he dormido, el sueño se me ha ido desde hace más de cuarenta horas. Llevo semanas sin dormir, los ojos no se cansan de estar abiertos y mirar y mirar, se parecen tanto al corazón, que late y late incansablemente como si mi cuerpo hiciera tantas cosas interesantes que justifiquen tanto latido puntual e incesante. Desde hace semanas miro y miro, y mi mirar, de tanto mirar, se llena de cosas que otros no miran. Miro, por ejemplo, en esta habitación, esos fantasmas coloreados, casi lumínicos, que se deforman al reflejarse en los tubos de acero inoxidable, consecuencia de mi pobre sombra, muevo la cabeza y el anguloso rostro enjuto, se desliza como si fuera limpia parabrisas de auto. Mis manos se entumen en su propia debilidad. Me dejaron desnudo, con un ridículo batón que le hace la menor gracia a mis nervios alterados cuando su superficie tosca y rasposa me hiere las células epidérmicas. Allá a lo lejos, al otro extremo de la sala, veo a una mujer, que igual que yo, no duerme, mientras yo pienso y pienso, miro y miro; ella sólo reza, reza y reza. Debe ser ya de noche. No hay ventanas. Una sola puerta blanca sella nuestra relación con el mundo exterior. La enfermera viene de vez en cuando, me inyecta, me da unas pastillas y se marcha sin hablar. Cuando está presente soy un volcán de palabras sin sentido. La provoco para que responda, necesito escucharla hablar, necesito saber que mi voz es real, que se escucha en otros oídos, que tiene un significado para alguien. Ella calla, sólo hay silencio, silencio e indiferencia. Después de la pastilla y la inyección mi cuerpo se muere, el flujo sanguíneo se deja oír como oleaje dentro de mis sentidos y siento que me congelo, me vuelvo como un mar de luna plateada serenándose como concha marina bajo la noche. Todo pasa a un plano más lento, dilatado, las imágenes de mi rostro tardan en desplazarse reflejadas en los tubos de acero de los tambores de mi cama, y los poros de la pared pintada de blanco empiezan a aprender a gritar, después de verme desde sus pupilas blancas, es una voz como ruido de arena deslizándose, produciendo un murmullo al frotarse grano con grano. Me viene esa muerte que sé que no es muerte porque no me he ido. Con los ojos abiertos batallo contra mi invalidez, espanto mis monstruos y vivo eternamente la agonía de ser casi un suspiro que se aferra al cuerpo en el océano de dependencias en que me he convertido.
Miro y oigo, siento la piel lastimada por el batón áspero que me cubre la desnudez. Las horas pasan, no tengo forma de contar los minutos, debe ser de noche aún allá afuera. Si lo es, quizá haya luna llena. Llevo aquí más de diez horas, y si cada agonía dura cinco, entonces ya debo de llegar a cerca de veinte horas, después de varias semanas sin dormir.

2 comentarios:

Eduardo Roberto dijo...

Este pequeño relato causa asfixia, me contagia la cerrazon y la angustia, el clima sube y uno espera algun gesto liberatorio o violento, pero no,la resignacion final es mortificadora. Muy bien logrado.
P.D. No está muy claro, para mí, sudamericano, cual es el sujeto, en la segunda linea..."que ya TIENE un largo rato que casi se vuelve día..." pero igualmente mi aplauso.

Melquíades San Juan dijo...

Gracias por entretenerme en mis intentos amigo Roberto.

Bueno, pretende reflejar el esfuerzo que se da dentro del aislamiento por enlazarse a ese exterior que llamamos realidad, en donde la vida sigue marcada por los ciclos de día y noche. Quizá lo que el cautivo percibe como un momento, pudiera ser todo un día o varios. Esta sensación la experimenté hace muchos años. Después de un accidente en motocicleta permanecí algunos días en coma, al recobrar la consciencia, percibía las sumas de momentos dentro de un mismo día, cuando a veces se daban en días diferentes. Para mí, sólo habían pasado tres o cuatro días cuando en realidad ya llevaba alrededor de un mes postrado.

Saludos y gracias.

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