jueves

...recuento mis palabras.

En la libreta vieja,
unas gotas de sal como de lluvia
hacen largo el dolor de los lamentos.

Cierro la página.
Las pastas gruesas del tiempo
resguardan esas voces
en su tumba secreta.


viernes

dímelo tú
de tus labios hermosos
oír quiero

dímelo tú
lo que dicen tus ojos
zalameros

dímelo tú
que tu boca descubra
si hay deseo.


Vieja
Ciega...
Los murmullos son fantasmas atroces
voces sin cuerpos que se desvanecen como tarde,
de qué sirve mirar tras los ojos sin sombras
si no hay rostros que alegren entre los que están vivos.

Hábito viejo de estrangular el cigarrillo
mientras la brasa se deleita con la hoja,
y la mente mira en sus adentros
esas calles repletas de domingo
y los colores prendidos a las faldas.

Espera que se espera y no se cumple.
Tardío navegar que no se antoja.


in xóchitl, in cuicatl.
(Flor y canto)
y Él, ¿dónde ha encontrado su refugio?
¿dónde el viento acude despojado de voces?
Está ahí, mirándonos...
somos bola de fuego que se consume desde adentro
latidos que sienten la eternidad y la respiran hasta volverse tarde.
Cuántas palabras surgen entre eternas preguntas;
los ojos que se apagan, se cierran sin respuestas.
Todo lo que se dice es vano
los murmullos se apagan
la pasión se colma
la única verdad que se repite
son los fuertes colores de la suave membrana
que se marchita al sol,
y el canto...
ese eco fantasma con latido de nube
que rompe los silencios
y en su dulce y domada letanía
se nos queda en el alma.

in xóchitl, in cuicatl.
la única verdad que se repite
en las chispas ardientes
de la bola de fuego
mientras lo eterno mira.



máquina de poemas
tecla de metal que se suaviza
al contacto del alma.
Miedo a todas las sombras,
las desnudas en ti,
las que atisban detrás
de algún muro escondido.

Viene el viento de remotas distancias
es un ir y venir
tan pintado con ecos,
vestido de rumores.

Mi mirada te confunde en las sombras
¿cómo vendrá el otoño prendido a tus cabellos?
Viejo mundo de sombras
donde suenan tacones
derramando esperanzas.

Las puertas son de hierro
o de madera
a manera de no sufrir, presas de angustia,
mientras tocan y llaman a que se abran.
¿Qué media más que un paso?...
ecos de tacones bajo un cielo de luna.

Las sombras se reúnen para espiar,
quieren verte desnuda.

Cierra los ojos para que no haya engaño.
Entre el rumor de labios y cauda de suspiros:
la magia y el placer...
desnuda tú, conmigo.

Qué media más que un paso?...
Hasta la tarde, inquieta,
se ha quedado conmigo.
Mi miedo es que digas que no;
tu miedo es que diga que sí.

Esa palabra que viene de tan lejos
y no te deja hablar.

Esa palabra que nunca fue cautiva,
"desnuda como el mal".

Los ecos son los perros de Dios tras las paredes mudas.

jueves

¿lo piensas?
Una tarde cualquiera
me bebería el néctar de tu tarro,
entre sombras desnudas
y versos olvidados.

¿Lo piensas...?

Yo, sí.
acurrúcate
trae todo tu bagaje sensual a mis orillas
deja que mis labios te recorran
deja que mi piel dé refugio a tus manos
ven
acurrúcate junto a mí.
Mis manos no se sacian de tus senos
mi cintura disfruta el abrazo de tus piernas,
y mi pecho
hace hueco con tu pecho
para hacernos un mar
con lágrimas de sal.
Ven
acurrúcate junto a mí
inundarme con el bálsamo de tu fuente secreta
perfúmame con tu aroma de ola;
fúndete entre mis brazos,
como viento en ala de gaviota.
Acortemos la espera,
ven...
acurrúcate junto a mí
encendamos un fuego
con las flamas de cuerpos alterados.
Sé que me quieres,
y que huyes...
y que vuelves...

Esa mirada tuya,
evapora:
Habla.

La navidad te trae entre sus vientos congelados
con tu lengua presta al confesionario.

Abres la boca frente a las brasas
y, entre las flamas,
danzan tus secretos.

Cuerdas son tus sentires;
es madera el latir enamorado.

El palomar tiene campos llenos de plumas.

Desnudos:
semen... semilla.

Tierra que florece en invierno
y se marcha sin frutos en verano.

El agua...
por algún lado
tiene planeada su benigna lluvia.

Mi capullo se borda con un eco:
Sé que me quieres
y que huyes...
y que vuelves...
Me asombra esa luz
ese brillo.
Esa mirada encantada.
Ese sonreír afortunado.
El pino de plástico chino hace su papel.
Las esferas son ilusiones,
y la estrella fugaz tiene algo de magia.

Santa que Santa...
jo jo jo jo
viene el trineo...
jo jo jo jo.

Las miradas inocentes siguen llegando,
la magia y los encantamientos
acuden
¡qué feliz es la navidad!

miércoles

Adónde estás mamá?
Encima de una nube de lluvia,
viendo cómo cae sol...

domingo

Hace tiempo que los ojos dejaron de buscar destellos.

Todo es luz
todo es sombra o es reflejo.

Entre la noche y noche que enmarca a mis suspiros
algo más debe haber que aún no he visto.

Háblame oscuro mar
di tu oscuro discurso...
si es que alguna verdad
aún no has dicho.
Vuelvo a las tardes.
A las fugas quebradas en minutos.
A las palomas rodeando las copas de los pinos.
A tus ojos de océano
y a tus besos de niña.

Y en estas pinceladas
tejidas en un manto de nostalgia
entretejo añorando
los sinónimos que avivan nuestras vidas.

La llamarada canta
-con su muro de sombras fugitivas-
ese rito de amor
que explica sin vocablos
la razón de la vida.

martes

tus dedos
adoro tus dedos.
En mis labios se pierde
en medio de la noche ardiente
ese extraño extremo de tu cuerpo
que te mantiene en pié.

Tus dedos
largos
hermosos
suaves...
Con esa miel,
que ausente de dulzuras materiales,
se explica en lenguajes
de la diosa lujuria.

Viejo sol
te miro y mis ojos lloran;
me ves y tus ojos lloran.
De nuestro llanto surge la pregunta
¿adonde hemos llegado?
morimos antes del tiempo de morir:
niños morimos
sanos morimos
la sonrisa se apaga sin misterio
y el latido se escapa por la piel.

El hombre no muere como muere el venado
como muere el maíz;
muere...
como muere la tierra sin cultivo
estéril esclava del asfalto.

Los cuatro vientos ya no nos escuchan
y el cielo ha borrado los mensajes de los viejos cometas.
Parece que andamos solos
con los oídos sordos a la voz de las hojas
que son la lengua de los vientos.

Viejo sol
te miro y mis ojos lloran
me miras y tus ojos lloran
y nuestro llanto se ha vuelto solitario
es un llanto sin eco
porque las cañadas se han vuelto mudas
olvidaron hablar
y repetir el grito.

Viejo Sol
me miras
y te miro
entre tantas ausencias
nuestros ojos
se han quedado muy solos
ya no brilla en la selva
la hermosa piel del jaguar
ni sus ojos me miran
con sus dos esmeraldas.

En lo que queda al Alba
me mantendré despierto
pendiente de algún canto de cenzontle
mientras que tú nos miras
con tu iris dorada.

Lunada

Canto mirando al cielo con su luna plateada
un pétalo de luz con su sombra en el pecho
espía entre los montes nuestras noches doradas.

Mi adorada tiene dos jazmines en sus pechos desnudos
su cabello castaño parece una cascada.

Vieja luna, meretriz de los luceros
hazle un traje a mi amada
con telar de la noche celestina
y una gota de sol
que adorne su cintura.

Mi amada es ardiente
entre sus piernas blancas
toda ansiedad se duerme
y mi lengua se nutre
de la sal de sus poros.

Pálida mancha que reinas hasta el alba
detente en la laguna y revuélcate en mi cuerpo.
Tengo pasión de luna
y un deseo fatal
de besar tus lunares.


Mi amada tiene breve cintura
en su frágil espalda
la luna blanca
rayos de plata prende.

Nuestros pasos se ocultan en la noche
refugiados en sombras
que las peñas mantienen.
Tomamos nuestra vida
y lo que la contiene
para entregar en alma
mientras la noche dura
bajo la luna vieja.

viernes

media mañana.

Se ha marcado el tiempo para la última gota de agua en la tubería.
La mañana empieza a contar las cabezas fugitivas de los cuerpos;
y El Banco, con sus eslabones en papel membretado, calcula el valor de mis respiros.
Un rostro conocido sonríe tras la promesa más honesta expuesta en la tele, seduciendo a mi voto.

El mundo se ha vuelto predecible y eludible,
pienso.

Te vuelvo a ver...
me encantan tus nalgas...
son divinos esos senos contoneándose libres entre la blusa floja.
Mi erección se provoca estrangulamientos entre costuras de buena marca.

Me descubres y callas.
Callas tú, pero tu cuerpo habla.
Hueles a vagina evaporada.
El olor del café se esfuma.
Navego en tu humedad con mis lágrimas blancas
entre esas largas piernas tuyas que parecen palmeras azotadas por los vientos.

La realidad se expande hasta el último minuto del postrero estertor.

La paz que viene...
es una sensación de atardecer entre media mañana:
Silencios quietos que matan al murmullo de la tele.
Tu cabello castaño da un extraño fulgor a nuestro piso.
No sé qué tenga el techo para buscar cometas sin mirarlo.

Dos miradas...
una vida...
y la mañana que nos llama
con su lengua de prisas.

domingo

Flores



miércoles

El deseo

Murmuré tu nombre
como al azar
como al descuido
casi como una maldición.

Apareciste del aire...

-¡Pide un deseo!

Y desaparecí.

Causalidad

Si no hubiese escrito
aquel poema
justo cuando tu instinto
lamía el aire,
no encontraría esquelas
escritas con rouge
colgadas de mis labios.

Quizás ahora
estaría escribiendo
un poema
por si tu instinto pasase
lamiendo el aire.

domingo

A Julio

Alboradas de julio
Los destellos de mis ojos reconocen
entre los frutos de tantas miradas,
las brisas húmedas
y los vientos de un llorar de nubes generosas
que bendicen la tierra
para parir veranos.


Para mirar ocasos
se me antoja un septiembre:
remolinos de vientos
que exhiben sus fantasmas
en los cuerpos perdidos
de las hojas dejadas
a su libre albedrío
vueltas su propio canto
su propio cuento
su propio cuerpo.

Albas de julio
eterno renacer del cuerpo tibio
esperando un septiembre
para encausar el paso hacia la historia.

miércoles

Anche tu sei l'amore, Cesare Pavese

Anche tu sei l'amore.
Sei di sangue e di terra
come gli altri. Cammini
come chi non si stacca
dalla porta di casa.
Guardi come chi attende
e non vede. Sei terra
che dolora e che tace.
Hai sussulti e stanchezze,
hai parole - cammini
in attesa. L'amore
è il tuo sangue - non altro


También tú eres el amor

También tú eres el amor.
Eres de tierra y de sangre
como los demás. Caminas
como quien no se aleja
de la puerta de casa.
Miras como quien espera
y no ve. Eres tierra
que sufre y que calla.
Tienes sobresaltos y cansancios,
tienes palabras -caminas
esperando. El amor
es tu sangre- no otra cosa.

Cesare Pavese

lunes

Tú, blanca estatua de nubes

Voy mudando de rincones,
los ocho vértices posibles del cubo,
pretendiendo encontrarte amparada
en sus bocas hambrientas.
Tú, blanca estatua de nubes
te escapas por la comisura del vacío
sin poder detener la estampida
de los sapos enamorados de la oscuridad,
los que se rebelan cuando bosteza la luz.

Después, la consola solar
y sus vinilos multi orgásmicos
refutan la vorágine del viento
y son miles los lúmenes nacarados
explotando en racimos sobre los ojos.

Y te acercas liberada
en batir de alas, me vendes un sueño,
plantas un unicornio sobre un cono de fresas
y yo te miro, sí, absorto te miro
como construyes ladrillo sobre ladrillo
el castillo de naipes más bello,
el puente levadizo a tu corazón de manzana
con ríos de chocolate y menta
y expones tus trazos en veleros
para navegar infinitos.

Y me deslumbro, tomo tu sonrisa,
la calzo en el dedo anular del sueño;
me permito ser aventurero
intrépido caballero de tinta y pluma,
un aprendiz de poeta
inventándote en versos.

domingo

Re-generación

Pintaron mis calles,
llenaron sus banquinas de señales.
La médula gestora
trazó mis destinos;
sopló un nombre a mi oído,
habló de un dios abstracto,
calzó dos zapatos derechos
para no desviarme del camino.

Hoy transito descalzo
borrando lo escrito.
Mis ojos siguen
improvisándome.

Quizá es tiempo de sembrar limoneros

Los hijos se han ido
las tardes perezosas ocupan los sillones preferidos
la siesta no tiene despertares repentinos
la soledad asola a cada instante
con el mismo ímpetu que las olas
en su ahora amargo insistir con los recuerdos
Cuántas cunas vacías hibernan entre el polvo del desván
cuántas mudas de cada verano despiertan con sus juegos repentinos al roce de los sentidos.
No somos ya ni surco ni simiente
solo viejas gaviotas esperando un leve viento
para correr tras los sueños que nunca llegaron
y posar en el reposo sobre los que llegaron solos.
Las rosas se han hecho, con su bello esplendor
comedia de otros tiempos
en medio de la tarde pienso
y mis ideas huelen a barca sin tripulación.
Ya no es tiempo de mar
ni de aguardar los vientos fuertes
es tiempo de poner la mesa en medio del jardín
para no pensar tantos minutos
pensamientos agolpados que sólo preguntan necedades

Quizá es tiempo de sembrar limoneros
y esperar que perfumen con su aroma
todas las tardes que siguen a mayo.

lunes

Yo me muero esta noche

Yo me muero esta noche
no me cabe en el pecho tal vacío
que se lave de ausencias noche a noche
saboreando este olvido
de recursos fatales al derroche

Yo me muero esta noche
agonizo en algún pecho trastocado
por el hambre de amar que me ha crecido
y entre piernas abiertas
bebo el fruto sagrado
hasta saciar mi sed
que mar ha sido.

No espero algún mañana
yo me muero esta noche
me vaciaré contigo.

Canto

Se escucha el canto por los pasillos
se fuga de alguna ventana el canto de mujer
baja por las escaleras con su paso de muerte
esperando un oído
donde se vuelva fuente.

No sé como se llama...

Le llamaremos Rosa
pétalo que se desprende y se desploma
con el paso del tiempo vuelto horas
días
meses..., años.

Espina a veces,
apenas dolorosa
que se viste de canto con esa voz melosa
que se escucha a lo lejos
y un romance, se antoja.

erial

De tu almohada a la mía
hay un espacio vacío
para dos espaldas paralelas.

Las luces de neón
plantan en la ventana
sus auroras boreales citadinas.

De mis labios resecos
a tu boca cerrada
va un desierto de arenas amarillas.

Mueren los crepúsculos dorados en la mente sin sueño
en una tarde que se aleja
deshojando recuerdos día a día.

jueves

Un nos sin otros

Barullos del ser
de la nada ser
del ser de nadie.

Este ser que no es
ni guapo ni valiente
más bien tosco y
pretendiente.

La calma en camas
de los besos de tu ser
siendo ser en esa trinchera
lo que quiero ser.

Broma del espejo
de la noche sin reflejo
y la risa del frío
que enfría mi risa.

Soy en tu ser
algo semejante a un ser
sin ser todavía
lo que pretendo ser.

Seres de un pasado
de baratas glorias
de rimas inconclusas
y bordes de lechos como abismos.

El fondo de mi alma
vende pan en las esquinas
y peces muertos que aletean
más que estos dedos otarios.

Ser que busca
por una vez
apenas ser.

Y tú que me miras
y desnutres mis calendarios
y plantas ganas
en este ser que quiere ser.

Arde el bisturí
del pasado tajeado
mueren los otros
los que hemos sido.

Nace un nos sin otros
un ser nuestro
no de otros
sino de nos.

Mudan las esperas

Como el ave
remontaba el cielo;
incansable.

Eran sus plumas
la piel del viento
la carrera loca del verso:
escribía poesías en mi cuello.
Sus alas plumosas
mi alero.

Como el ave
se desprendió en colgajos
desde mi arcilla seca.

Fueron las guerras
que la alejaron de mi paz,
mi incertidumbre,
mi abulia encanecida,
mi vuelo ciego
hacia el fuego frío.

Como aves
mudan de nido las esperas,
impacientes, estériles.
Así perdimos el horizonte
y extraviamos los sentidos
hasta ser pájaros
en desconcierto,
mudos,
idos.

Y caímos.

domingo

El amor (interpretado por José Ángel Trelles)



Autor del tema: Rafael Perez Botija.

El amor es un rayo de luz indirecta
una gota de paz, una fe que despierta,
un zumbido en el aire, un punto en la niebla
un perfil, una sombra, una pausa, una espera.

El amor es un suave rumor que se acerca
un timbre a lo lejos, una brisa ligera,
una voz en la calma, un aroma de menta,
un después, un quizás, una vez, una meta.

El amor va brotando entre el aire y el suelo,
y se palpa y se siente y hay quien puede verlo
y hace que te despiertes y pienses en él
y te llama despacio rozando tu piel.

El amor te hipnotiza, te hace soñar
y sueñas y cedes y te dejas llevar
y te mueve por dentro y te hace ser más
y te empuja y te puede y te lleva detrás.

Y de pronto te alza, te lanza, te quema
hace luz en tu alma, hace fuego en tus venas
y te hace gritar al sentir que te quemas
te disuelve, te evapora, te destruye, te crea.

Y te hace viajar en el filo del tiempo
remontando los ríos de mil universos
y te lleva a la gloria y te entrega a la tierra
y te mira y te ve y piensa y piensa.

Y de pronto el amor es la luz de una llama,
que se empieza a apagar y se va y se apaga
es la isla pequeña perdida en la niebla
una gota, un no sé, una mancha, una espera.

El amor es la hoja caída en la tierra,
un punto en el mar, una bruma que espesa,
un velo en el alma, un sol que se ve,
un por qué, un según, un ya no, una queja.

El amor va bajando peldaño a peldaño,
con las manos cerradas y el paso cansado,
te pregunta quién eres para hacerte saber
que apenas te conoce, que qué quieres de él.

El amor te hace burla, se ríe de ti
mientras tú sigues ciego, sin saber que decir
y deseas seguirle y decirle que no,
que se quede, que vuelva, que comete un error.

Y el amor desbarata tus grandes ideas,
te destroza, te rompe, te parte, te quiebra
y te hace ser ese que tú no quisieras,
y te empuja a ser malo y te deja hecho mierda.

Y te arroja de bruces hasta el último infierno,
arrancándote el alma, pisándote el cuerpo,
y te ahogas de ansias de volver a la nada
y de pronto se para y te ve y se apiada.

sábado

¡Lo que son los sueños!

Andábamos de viaje en el pueblo donde vivimos hasta hace algunos años y me encontré con que ahora tenía tantos desniveles, pequeñas subidas y bajadas donde los autos empinaban el pico y luego la nalga (ya sé que la nalga del carro es el guarda maletas o como le llamen) consultaré la gramática de la lengua, más reciente, para ser preciso; pues bueno..., la tierra era roja como cancha de tennis, aunque no soy muy lúcido cuando sueño , en eso sí reparé: ¿y dónde está todo el pavimento?... –me dije (digamos) “entre sueños”-, en el sueño me tocaba ir a pie. Caminando entre los charcos resbalosos en sus orillas para llegar a la casa de quién sabe quién. Me molestan de verdad esos sueños pueblerinos en donde jamás voy conduciendo, siempre a pie, y a veces, descalzo. Pues de repente me vi en el mero Parque Central y vi el edificio de mi casa muy iluminado. Afuera, en donde debiera estar la banqueta y la calle, estaba mi cantina. Claro, ya no era mía. Me llamó desde dentro un amigo que no reconocí de inmediato pero que era -según el sueño- el hijo de quién sabe quién que yo estimaba, y él también a mí. Me invitó unos tequilas, y cosa curiosa, yo que jamás bebí en cantinas me apuré a aceptar en la ex mía, que por cierto, a diferencia de cuando era mía, estaba vacía.

Un aire de nostalgia y cariño por ella me inundó el alma en la primera copa, entonces vi que no tenia paredes de concreto, en vez de estas, ligeras verjas de bambú medio seco delimitaban su espacio. Eso sí, las mesas bien presentadas, como siempre. Sobre el mantel verde bandera el sobre mantel blanco.

…Y apuramos la siguiente, el parroquiano invitador me demostraba muchos aprecios y me miraba con extraña admiración a la vez que me llenaba de halagos. Eso sí, el sueño fue muy discreto, jamás me entere ni recordé qué tanto me decía.

Estábamos él y yo solos, pero de repente, a la cuarta copa ya estaba Mariana ahí al lado, viéndome, divertida, en el desempeño de mi primera parranda cantinera. Me vio llorar y me preguntó por qué lloraba, -pues por la cantina -le dije-, volteó a ver la cantina buscándole senos o pompis y luego me vio, incrédula. Me volví a mi compañero de parranda y le susurré bajito: >>Las mujeres creen que ellas son nuestro único cariño posible<< .Me respondió con esa mirada idiota con que responden los borrachos cuando ni escuchan ni entienden. Luego lloró. Lloramos pues... La quinta vino cuando la convulsión del tórax de mi compañero de briaga parecía un volcán a puno de explotar en erupción, o como dijo él mismo, "como estomago intentando sacar un pedo". Seguimos llorando. Del llanto pasamos a la felicidad plena cuando cantamos "una" de José Alfredo, esa de "por tu amor que tanto quiero y tanto extraño". Mi mujer se divertía mirando hacia afuera, a través de la enramada de bambú, a toda la gente que pasaba, buscando conocidos. De repente ya era noche, el cielo estaba clarísimo, limpio y lleno de estrellas. Ahora estábamos cantando esa de "tomate esta botella conmigo". Mariana se acercó y me besó con mucho cariño, le encantaba que le cantara esa canción.

-"Ya estás tomadito" -me dijo.

La miré y su imagen se me difuminaba entre las lágrimas de tequila que poblaban los ojos. Me quedé pensando en lo afortunado que era al estar con ella o que ella estuviera conmigo.

-¡Cómo te quiero! -Le dije-.

Le empecé a cantar "Mi Cariñito": "Cariño que Dios me ha dado sin merecerlo..." Recostó su lindo rostro sobre mi hombro y me dijo en la oreja: -Yo más, mucho más... Vino la siguiente y empecé a sentir un calambre en la pierna izquierda, algo así como la ciática. Miré a mi compañero de botella. -"Ahora si estoy "pedo" -le dije". No me entendió. Me traté de levantar de la mesa y no pude, estaba mareadísimo, no sentía la pierna. Estaba cantando "Tú eres el amor que yo más quiero"... pero el tórax se me estaba endureciendo y no dejaba salir con libertad todo el poder de la voz.

Me desperté y vi que Mariana me estaba observando con un gesto de, entre cariño y asombro. Me sentía tan mareado que toda la pieza me daba vueltas mientras terminada de cantar las últimas coplas: “Amor eterno... Inolvidable...

-Llevas más de una hora cantando y diciendo barbaridades.... me despertaste. Sentía la vejiga llena a reventar y los labios curtidos por el Agave divinizado y aderezado de tanto limón y sal. Me levanté para ir al baño y no pude mantenerme en pié, la pierna estaba entumida, me caí y Mariana corrió asustada para ver qué me pasaba. -Estoy ebrio -le dije-. -¿Ebrio?... ¿Estuviste soñando eso?... ¿Ebrio?...

Sí, ebrio. Al poco rato la ilusión de la borrachera desapareció y casi me sentí normal. Cuando volví del baño pasamos lo que restaba de oscuridad a la mañana riéndonos del mentado sueño.

miércoles

Los pájaros que inventamos

Donde ya no estás, supura el plomo.
De sus órbitas atómicas
huyen los pájaros,
los locos pájaros locos
con sus risas histéricas.

El gris obtura el cielo
y no sé si lloverá,
o sólo son nubes pasajeras
espantando al último tren
que se evapora,
como sus bufidos de vapor.

El tren de los pájaros locos;
de los pájaros que inventamos.

domingo

Como todas las rotas margaritas

He visto el amor rondando los parques,
entrelazados ausentes, como si nada importara;
lo vi resuelto a someter cuerpos,
reducirlos a pieles desnudas,
osadamente desnudas.
Se arrastraba tras los árboles,
se dejaba llevar en andas, en cuclillas
o mansamente caer en la hierba;
chorreaba estaciones, cualquiera, todas juntas.

Florecía en tréboles,
entre piernas de enredaderas, senos rosados;
rosados como la juvenil vergüenza
que ausente se desprendía de pudores
sobre la hierba o sobre otro cuerpo verde,
verde de besos, de colibríes alborotados
sorbiendo polen fresco.

Lo he visto refugiarse en la sangre del fuego
transpirando aromas,
alelado de axilas, dormirse luego, relajarse
y volver a ser pudores cómplices.

Y he visto un amor atardecer,
refugiarse absorto entre distancias sin laureles ni boletos,
subyaciendo en la gris mansedumbre de los días
como la noche que inevitablemente nace
para morir en silencio;
como todas las rotas margaritas.

sábado

Como los peces de barro

Tómame los abrazos
como la memoria que regresa,
planifica un tiempo de reencuentros,
sin preámbulos,
con la osadía de una gaviota
queriendo ser pez en los remolinos,
en la generosidad de un río que sube
para devolver las aguas a las lluvias.

Tómame en el preciso instante
que quiebra la cascada,
voltea tu vista hacia la orilla opuesta al sol;
allí verás un velero agrietado,
anclado entre rocas gastadas
por los besos de tantas lluvias marrones,
como las angustias de los peces de barro
que pintan las orillas.

También soy un pez de barro
siguiéndote en la crecida.

domingo

s/ título

He llegado
Tras la puerta entreabierta se ha quedado mi ausencia esperando a mi vuelta
Hoy he llegado a ti
te miro y me llena tu inquietud
Las manos apuradas no saben qué hacer con mi presencia.
Tus pechos hermosos cobran brillo ante mi vista
Te miro con hambre
Me sientes...,
tu humedad se vuelve ambiental y corro hacia ti para cargarte
para arrojarte en el lecho donde tu desnudez se vuelve obsequio a mis sentidos
me fundo, con los labios, sobre tu cuerpo desierto de misterios
mis manos te arrebatan las gaviotas de ausencia
te muerdo
te como palmo a palmo
te convierto en volcán para aguardar la lava ardiente derramarse en mi cuerpo
Eres flor que deshoja mi ansiedad vuelta fuego
bajo mi cuerpo vibra tu corazón ardiendo
una mar de perfumes te vuelves sobre el lecho
mientras que yo navego
como albatros, tu cuerpo.

La noche...
vieja cortina tonta, con remedos de ciega
que suave se disfraza
mientras el día llega.

Mal Sueño

Me trajeron aquí hace diez horas, bueno, eso creo, porque no tengo forma de contar los minutos, digamos que ya tiene un largo rato, que casi se vuelve día. Desde que me trajeron la pared no deja de mirarme con sus poros de yeso maquillados de pintura blanca. Del techo se desprende un haz de luz difuminado que se prende en todos los rumbos de la habitación, al cual es imposible seguirle las rutas, aun cuando se cuente con tantas horas, tantas, como casi diez, para ello. Desde que me trajeron no he dormido, el sueño se me ha ido desde hace más de cuarenta horas. Llevo semanas sin dormir, los ojos no se cansan de estar abiertos y mirar y mirar, se parecen tanto al corazón, que late y late incansablemente como si mi cuerpo hiciera tantas cosas interesantes que justifiquen tanto latido puntual e incesante. Desde hace semanas miro y miro, y mi mirar, de tanto mirar, se llena de cosas que otros no miran. Miro, por ejemplo, en esta habitación, esos fantasmas coloreados, casi lumínicos, que se deforman al reflejarse en los tubos de acero inoxidable, consecuencia de mi pobre sombra, muevo la cabeza y el anguloso rostro enjuto, se desliza como si fuera limpia parabrisas de auto. Mis manos se entumen en su propia debilidad. Me dejaron desnudo, con un ridículo batón que le hace la menor gracia a mis nervios alterados cuando su superficie tosca y rasposa me hiere las células epidérmicas. Allá a lo lejos, al otro extremo de la sala, veo a una mujer, que igual que yo, no duerme, mientras yo pienso y pienso, miro y miro; ella sólo reza, reza y reza. Debe ser ya de noche. No hay ventanas. Una sola puerta blanca sella nuestra relación con el mundo exterior. La enfermera viene de vez en cuando, me inyecta, me da unas pastillas y se marcha sin hablar. Cuando está presente soy un volcán de palabras sin sentido. La provoco para que responda, necesito escucharla hablar, necesito saber que mi voz es real, que se escucha en otros oídos, que tiene un significado para alguien. Ella calla, sólo hay silencio, silencio e indiferencia. Después de la pastilla y la inyección mi cuerpo se muere, el flujo sanguíneo se deja oír como oleaje dentro de mis sentidos y siento que me congelo, me vuelvo como un mar de luna plateada serenándose como concha marina bajo la noche. Todo pasa a un plano más lento, dilatado, las imágenes de mi rostro tardan en desplazarse reflejadas en los tubos de acero de los tambores de mi cama, y los poros de la pared pintada de blanco empiezan a aprender a gritar, después de verme desde sus pupilas blancas, es una voz como ruido de arena deslizándose, produciendo un murmullo al frotarse grano con grano. Me viene esa muerte que sé que no es muerte porque no me he ido. Con los ojos abiertos batallo contra mi invalidez, espanto mis monstruos y vivo eternamente la agonía de ser casi un suspiro que se aferra al cuerpo en el océano de dependencias en que me he convertido.
Miro y oigo, siento la piel lastimada por el batón áspero que me cubre la desnudez. Las horas pasan, no tengo forma de contar los minutos, debe ser de noche aún allá afuera. Si lo es, quizá haya luna llena. Llevo aquí más de diez horas, y si cada agonía dura cinco, entonces ya debo de llegar a cerca de veinte horas, después de varias semanas sin dormir.

Esse olhar


Corujando 6
Cargado originalmente por Sophie Carrière
Bellísima foto
de un ejemplar que me encanta.
Disfruten
la mirada de Sophie
captando naturaleza.

rutas

Hoy me veo así:
como un vuelo que tiene los rumbos limitados:
el supermercado
la agenda de los jueves por la tarde
los viernes de café
los sábados haraganes...

Me nacen alas de añoranza
para sueños migratorios
como si fuera Sol ante el ocaso;
o algún viento de otoño
con cartas de esperanza veraniega.

Es en vano...
Tengo raíces y tronco de madroño
y a mis ansias de ave
la sentencia que descarta
ciertos genes migratorios:
Los cuervos no hacen verano.

lunes

la despedida

suave viento que recoge sus aromas
y obsequia su vallado
para que lo consuma el fuego que calienta el invierno
Eco que se queda resonando
entre viejos recuerdos que nunca fueron cuna
Lluvia de cristal que, diamantina,
difuminó colores por la tarde
matizando de ensueño a la mirada
que siempre se ve lejos
Polvo que deja polvo
tras los pasos errantes
de lo que tiene vida.
Qué tristeza es contar
la ruptura sin cielo
que sucede
al momento fatal
de despedida.

néctar ausente

los mil microsegundos que anteceden al latido
gritan tras sus puertas semi abiertas
que te quieren de vuelta
que el estertor de las pulsadas te requiere
para fluir como aroma por las venas

yo me callo
la languidez supera
los anhelos del pecho.

felicidad

el efluvio me toma
-tierna rosa marchita que vuelve al colorido-
el pulso se aletarga
desde la boca, el alma,
su torrente, platica.

Me vuelvo claro cielo
o clavel de una casa
que a lo lejos me mira
entre el paño de lluvia
de alguna tarde tibia.

El efluvio me llena.
Aromas de naranja
la pradera gravita,
vuelve pálido el cielo
la presencia inaudita.






inspiración

entre oleajes o brumas
mi alma suena a espanta brujas
fustiga a mi silencio
vacía las entrañas por mis húmeros vacíos
y derrama su letra,
cuerpo entintado
disfrazado de placenta
que se rompe al parir
y tañe, a la voz,
con su sonido.

domingo

Mi estrella

Mi estrella más azul
tiene un cortejo de embelesos peregrinos
y un pedestal de promesas olvidadas.
Va vestida de tul
con las perlas del llanto
de ilusiones malogradas.

Mi estrella más azul
deja su cuerpo dibujado
en las hebras del hilo
con que bordo en mi almohada
la nave de los sueños
tras las huellas amadas.

Destellos

Al iris le gustan las estrellas
con destellos que brillan
tras la pupila opaca.

Lapsus

Me gusta arar en la nieve.
Sembrar eternos sentimientos
que se marchan al sur
matizados en agua derramada.
Me gusta galopar en pensamientos
sobre las cosas raras
Encontrarme de pronto ante tu puerta
con mirada extrañada
y una sonrisa idiota
que no te dice nada.

Me gusta
Sí, me gusta.

El Invierno se presta
al carnaval de locos.
Regresan los recuerdos
que nunca son tan pocos,
durmiendo en el olvido...,
como fetos sin rostro.

Mi locura se arrastra entre la nieve,
se confunde en muñecos
para los ojos niños
que no lo vieron todo.

La blancura descarna los prejuicios del alma
muere el cuerpo y la carne con todos sus martirios
es página no escrita, que misteriosa, aguarda,
a que el miedo se cierre
y alguna puerta se abra.

Lunaterías para una lluvia despistada.

Y el día dos del año diez, nos visita la lluvia
La calle mojada y los pámpanos confundidos
Con la lluvia viene el viento, quebradizo, con púas invisibles, que laceran el rostro
y lloriquean al parpadeo.
Las montañas cercanas se disfrazan de azul cielo,
cuando el sol las desnuda, muestran vientres color de hielo.
Arrebañes celestiales vuelven virginal la bruma huidiza
y el corazón palpita a fondo
inspirado en los vuelos aeronáuticos
que le invita distancias.

Hoy no he dicho tantos te quiero como ayer,
la he pasado abrazado.
El corazón palpita entusiasmado imaginando las olas que ya esperan:
promesa de diciembre.
Me deshago en sustentos emotivos
para la débil carne, no decaiga, como el valor del peso.
Tú allá lejos esperando mirarme
esperando encontrarme en tu rincón imaginario
encendiendo las velas
y consumiendo incienso en los respiros
para elevar el alma y encontrarnos.

Paciencia
quieta y muda paciencia
algo eterno y doloroso
para llorar los años.

Algún día te amaré...
conoceré tu desnudez, desnuda.

Y el día dos, del año diez,
se apareció la lluvia inesperada
Con sus erizo de hielo sublimado
me empalagó la piel,
y tuve un pensamiento despistado
que me dejó la luna desde ayer
conteniendo un recado desquiciado
para mi mente en fuga.

Me refugié en tus besos;
el verano del dos mil diez,
nos cogerá abrazados.

No copie, use la imaginación...

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Esta obra creada por Céu de Buarque y colaboradores de Puentes de palabras está bajo la licencia de Creative Commons -No comerciacializar-Difundir sin modificar 2.5 Argentina License.

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Una flor silvestre en la Web

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