Voy mudando de rincones,
los ocho vértices posibles del cubo,
pretendiendo encontrarte amparada
en sus bocas hambrientas.
Tú, blanca estatua de nubes
te escapas por la comisura del vacío
sin poder detener la estampida
de los sapos enamorados de la oscuridad,
los que se rebelan cuando bosteza la luz.
Después, la consola solar
y sus vinilos multi orgásmicos
refutan la vorágine del viento
y son miles los lúmenes nacarados
explotando en racimos sobre los ojos.
Y te acercas liberada
en batir de alas, me vendes un sueño,
plantas un unicornio sobre un cono de fresas
y yo te miro, sí, absorto te miro
como construyes ladrillo sobre ladrillo
el castillo de naipes más bello,
el puente levadizo a tu corazón de manzana
con ríos de chocolate y menta
y expones tus trazos en veleros
para navegar infinitos.
Y me deslumbro, tomo tu sonrisa,
la calzo en el dedo anular del sueño;
me permito ser aventurero
intrépido caballero de tinta y pluma,
un aprendiz de poeta
inventándote en versos.
1 comentario:
Cambiantes nubes,
será graciosa gaseosa ella? y
esos naipes suben y bajan las escaleras del castillo con el viento?, qué hermoso columpiarse entre las corrientes y desvanecerse. Me recuerdan algo, o alguienes
Me has impactado,
gracias por volver a publicar y acercarte a la orilla, justo del otro lado del Puente, en donde un buen café siempre os aguarda.
Un abrazo,
C.
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