De tu almohada a la mía
hay un espacio vacío
para dos espaldas paralelas.
Las luces de neón
plantan en la ventana
sus auroras boreales citadinas.
De mis labios resecos
a tu boca cerrada
va un desierto de arenas amarillas.
Mueren los crepúsculos dorados en la mente sin sueño
en una tarde que se aleja
deshojando recuerdos día a día.
2 comentarios:
Y el frío de dos espaldas abandonadas a la indiferencia...
Uff, se siente ese frío y cómo duele cuando la realidad se vuelve concreto.
Espaldas paralelas...
Un gusto volver a leerte.
Gracias Daniel, el placer es mio al leerte en este poema. Saludos
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