domingo

Lunaterías para una lluvia despistada.

Y el día dos del año diez, nos visita la lluvia
La calle mojada y los pámpanos confundidos
Con la lluvia viene el viento, quebradizo, con púas invisibles, que laceran el rostro
y lloriquean al parpadeo.
Las montañas cercanas se disfrazan de azul cielo,
cuando el sol las desnuda, muestran vientres color de hielo.
Arrebañes celestiales vuelven virginal la bruma huidiza
y el corazón palpita a fondo
inspirado en los vuelos aeronáuticos
que le invita distancias.

Hoy no he dicho tantos te quiero como ayer,
la he pasado abrazado.
El corazón palpita entusiasmado imaginando las olas que ya esperan:
promesa de diciembre.
Me deshago en sustentos emotivos
para la débil carne, no decaiga, como el valor del peso.
Tú allá lejos esperando mirarme
esperando encontrarme en tu rincón imaginario
encendiendo las velas
y consumiendo incienso en los respiros
para elevar el alma y encontrarnos.

Paciencia
quieta y muda paciencia
algo eterno y doloroso
para llorar los años.

Algún día te amaré...
conoceré tu desnudez, desnuda.

Y el día dos, del año diez,
se apareció la lluvia inesperada
Con sus erizo de hielo sublimado
me empalagó la piel,
y tuve un pensamiento despistado
que me dejó la luna desde ayer
conteniendo un recado desquiciado
para mi mente en fuga.

Me refugié en tus besos;
el verano del dos mil diez,
nos cogerá abrazados.

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