martes

Si no puedes llorar

Me había dicho, si no puedes llorar… piensa en ella.

Siempre aparecía tu rostro, era tan bello observarlo ahí, entre la oscuridad de mis pupilas. Primero empezaba a ver una silueta oval, luego se iba formando tu cabello. Disfrutaba ver el contraste entre tu largo y quebrado pelo negro y esos traviesos rayos plateados que se habían ido multiplicando rápidamente en los últimos años; después veía tu frente, siempre breve, y con algunas líneas de expresión tan consideradas contigo, que apenas partían la tersa y morena tez sobre tus pobladas cejas, ahí, donde a los lados, como cascada, caía tu cabello sedoso y negro, buscando el descanso de tus hombros; luego, tu mirada oscura, amorosa, auscultante de mi alma, pesada como la miel: maravillosamente pesada; me gustaba perderme en ella, mirar tu iris juguetón mientras que la retina se ennegrecía cada vez más cuando acercaba mi rostro para mirarte.
Me hubiera podido ir dentro de esa pupila hacia el fondo más amado por mi alma, hacia esa matriz protectora de amor que en algún sitio tienes para mí.
Me hubiera podido ir para escapar en ti de mis torturas.

Luego volvía a la realidad y descubría frente a mis ojos, en ese piso frío de cemento puro donde mi rostro se encontraba reposando el desmayo.
Una gota de sangre, roja, roja, roja… en donde se reflejaba el iris de mi ojo castigado. No me molestaba el sudor, tampoco la viscosidad de la sangre; los golpes en las costillas eran casi un sustituto de la presión del cinturón, ya ausente, para evitar un pasaje al eterno olvido.
El ardor de los fuetazos en la espalda eran casi unas líneas entumecidas por el frío.

Dejé ir mi mirada más allá, hacia la esquina, cerca del borde donde la pared trepa sobre la luz, o la luz trepa sobre el borde de la pared (quién sabe cuál suba en cuál), pero no lograba mi propósito, no lo lograba, no lo lograba, no lo lograba…
Había un cadáver ahí, con los ojos abiertos mirando a la nada.

¡¡ Alabado seas!!… ¡¡¡ Te has escapado!!!... ¡¡Por fin te has escapado!!...

Luego los pasos tras de mí, de nuevo al banquillo, con las manos atadas hacia el frente… y mi espalda descubierta, esperando..., esperando..., esperando el golpe.

¡¡Busco tu rostro !!..., tu rostro… ¡¡Muéstrame tus pupilas !!
¡¡ Ábrelas, déjame ir dentro, Laura!!... Ahí, en la matriz de tu amor, donde sólo me quieres..., donde nadie me daña…

¡¡ Laura!! ¡¡ Laura!! ¡¡Laura!!

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