suave viento que recoge sus aromas
y obsequia su vallado
para que lo consuma el fuego que calienta el invierno
Eco que se queda resonando
entre viejos recuerdos que nunca fueron cuna
Lluvia de cristal que, diamantina,
difuminó colores por la tarde
matizando de ensueño a la mirada
que siempre se ve lejos
Polvo que deja polvo
tras los pasos errantes
de lo que tiene vida.
Qué tristeza es contar
la ruptura sin cielo
que sucede
al momento fatal
de despedida.
2 comentarios:
Cuanta nostalgia, cuanto desapego, cuanta resignación y tristeza, es hermosa Melquíades, es un gusto leerte. mi aplauso
Hay despedidas sin reencuentros, y de éstas, algunas, te rompen el alma. A veces pienso que mi vida estuvo llena de despedidas, gente que nunca más volví a ver, relaciones que se quebraron para siempre. Pero siento que vaciarse trae la posibilidad de llenarse con otros lazos, quizá es una excusa que tengo para no extrañar el pasado. Cierto es que si todas las relaciones estuvieran intactas sería imposible cuidarlas como merecen... qué nos hace despedirnos, sino la bifurcación de caminos, a veces voluntaria y otras por cuestiones de sobrevivencia. El hecho es que quiebran el que se queda.
Un abrazo, me encantó tu "despedida", Mel, está llena de todos los sentimientos encontrados.
C.
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