martes

Las visiones y los pasos.

Cuando miro al oriente veo rostros que vienen caminando con el alma presente entre las cuencas vacías de los ojos. Cuando miro al oriente, veo hombres delgados que casi adquieren alas porque sus pies cansados no sostienen ni a su alma. Cuando miro al oriente veo a un pueblo desnudo y marginado que guarda una semilla de maíz como promesa, como recuerdo.

Mi ocaso está allá, más atrás de la mar que persigue una estrella. Más allá de la enorme cascada donde se hunden todos lo océanos y montañas. Allá donde todo se vuelve tea ardiente y luego un recuerdo de luz. Para cantar necesito occidentes. Horizontes bañados de despedidas fulgurantes. Para cantar necesito la ceguera absoluta, para reír necesito de mi propia indolencia clandestina, y canto; hago canción mientras el oso navega hacia la muerte, en su iceberg descongelado rumbo al trópico; hago canción mientras la cabeza nuclear se vuelve discurso pacifico o Premio Nobel de la Paz. Canto mientras la parafernalia le da vuelo a los fuegos artificiales y a los super espectáculos escenográficos de la esperanza mediática. Canto y poemo mis internos tiernos, con los ojos cerrados a los tiempos, a las caras de oriente y a los pasos que marchan interminablemente.

Luego mis ojos regresan a las caras oscuras que apetardan con palabras violentas los criterios fascistas. La realidad se fuga como vapor de fósforo lejano a las pantallas televisoras, vecina de cementerios clandestinos, regados, por los caminos cerrados de la sierra.

Mis ojos quieren fugarse a la idiotez argumentativa para justificar sus pestilentes silencios, mas los rostros se cierran al paso para decir sus nombres ofreciendo galletas, chicles o algún disco pirata. Manos desnudas envueltas en esfuerzo por mantenerse en vida más allá de la sin razón de su existencia. Mi sinrazón no se culpa, es inocente. Dios es inocente. El Estado es inocente. La vieja fascista que los juzga "perversos y haraganes", es inocente; y la mar cambia de contenido, vacía sus aguas azules y saladas para llenarse de inocencia. Así me nacen de pronto, para versos, las olas y espumas de inocencia.

Para cantar sigo viendo a occidente donde se ven espaldas en procesión interminable, mientras mis pies descansan esperando. Quizá, cuando mire pasar la última espalda hacia el occidente, también empiece a caminar.

2 comentarios:

Céu dijo...

Y quien será? Lo leí hace un tiempo, quiero escribirte, los haré más tarde, cuando pase el temblor, como se dice por aquí. Tu ensayo amerita reflexión y quiero ser justa contigo, ando en una nube de pedo, inocente como siempre, de todo el quilombo de mi país. Sólo quiero estar, ser en mi familia, en este rincón de abrazos y palabras, lo otro, y bueno, seguirá estando aunque nos hayamos ido, andale chico, mandame un tequila com sal, y olvidemos un poco! Veré si puedo borrar el anterior, que no sé quien es.

Eduardo Roberto dijo...

Prosa magistral Melquiades, sobria y atrapante, para no dormir despreocupado en este sociedad electrocolorida y coto de caza de los eternos vendedores de sueños que duran un segundo, un abrazo

No copie, use la imaginación...

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