jueves

La Voz

A veces escucho entre sueños que ya amaneció.

Escucho las voces, el ruido de los trastes de la cocina y el parlotear de una cocinera muy voluntariosa que se la pasa dando órdenes a sus ayudantes. Luego escucho sus pasos venir rumbo a mi recamara, se asoma y se molesta por verme dormido. Cierra la puerta y se marcha dando un portazo. Me deja esa astilla en el pecho, como cuando iba a la universidad y mi madre me acosaba para que despertara de mi desvelo trasnochando con alguna amiga; siento el cuerpo aún agotado, con un descanso insuficiente, abro los ojos, despierto y todos los ruidos cesan: es la noche. Miro el reloj y apenas son pasadas la una de la mañana.

Maldita rutina, siempre me sucede lo mismo. Me quedo ahí, entre las penumbras y ese sueño rumiante que no alcanzo a comprender del todo.

Sucede que a veces sí puedo conciliar profundamente el sueño y me vuelvo a sumergir profundamente en él. Vuelvo al día de la noche de mi sueño. Escucho la voz de la mujer parlotear, y de repente…, su explosiva carcajada. Sus tacones lastiman las lozas y reconozco su andar enérgico, autoritario. Ruidos por acá, pasos obedientes por allá, y cascos de caballo, ruedas de coche de tiro... sí seguro de un carromato antiguo.

Al fin el timbrazo del despertador me despierta, parece que no he dormido. Me siento cansado, agotado por la estancia en ese día de mi noche, en donde no sé qué soy ni quién soy. Bebo con avidez un café expreso para ayudar al cuerpo a reponerse. Así me marcho al trabajo a mi día de mi día, mientras me aguarda en casa, esperando a que vuelva a soñar, mi día de mi noche y su inconfundible voz.

3 comentarios:

Eduardo Roberto dijo...

Enajenación y poesia, caro Melqui,
me has dado un dia magico, como todos los mios pero que no me daba cuenta que son asi,entre el sueño y la realidad, mi aplauso.

Melquíades San Juan dijo...

Gracias Roberto. Es un placer compartir espacios con todos los colaboradores.
Abrazo amistoso.

Céu dijo...

Sueños recurrentes, te imaginás si puedieras volver tu día de noche en día de noche, y tuvieras un trabajo distinto cada semana, uy que quilombo, pero sería divertido, y con una esposa diferente cada vez, algo así como un harén atemporal, jajaja. Cosas que se me ocurren, estás más loco de lo que pensaba... y yo también cuando te leo.
Besos,
C.

No copie, use la imaginación...

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