Una gota de sonido, dentro...,
aquí dentro,
donde duerme la madera,
donde la mano roza suavemente
y la fricción se nos devuelve en magia.
Allá afuera
sobre los techos
las gotas danzan con sus cuerpos cristalinos
que a poco estuvieron de volverse hielo.
Eso es allá afuera
donde los vientos se debaten en un duelo sonoro
por dominar los cielos,
los cristalinos vacíos que adormecen con pereza
entre los techos,
sobre las rocas
y los tallos enjutos de las ramas.
Eso es afuera...,
porque aquí dentro,
bajo el barro cocido,
entre paredes gruesas...,
ha nacido una lumbre
en la punta de un pabilo:
juguetona e inquieta
que me roba la mirada.
1 comentario:
Qué instante mágico, también me roba la mirada el fuego de la vela, tan imprescindible en las noches de amor o en las de lluvia que invitan a mirarse o sentirse.
Esto se vuelve un vicio querido.
C.
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