La dicción de sus cantos perfectos
untada en mi ano depilado y hambriento,
que recibe el don virginal de ser secreto…
¡A San Antonio por su cabeza en mi vientre!
Anclado al revés para no morir casta
- luego de trece orgasmos pronunciados -
es como reconozco su canonización;
y determinante sin más protocolo
doy Fe y lo hago, de mujer, Rey Coronado.
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