En mi medio yo canta la tierra,
florece la flor silvestre,
y la nube se sienta entre los vientos
para mirar pasar todos los minutos
que nacen de mis suspiros.
En mi medio Yo
nace un amor de hermano
cuya miel alimenta a las abejas laboriosas de mis días.
En mi medio yo, dulce... todo es posible
hasta parir golondrinas debajo del sobaco
y explicarles las técnicas del vuelo
como si fuera mi vientre escuela de pilotos.
Ese es mi medio yo
el que no se enfurece con los colores extraños
el que mastica lenguas entre risas
y sabe entibiar el viento
hasta volverlo cobija.
Ese es mi medio Yo.
De mi otro medio ya no te hablo,
porque me duelen las garras
y se me pudre el vientre
de tantos residuos de carroña que lo habitan.
De mi otro yo...,
lacerante y crudo como el gélido Ártico
o candente como el Sahara sofocante...
no te hablo
¿para qué?...
No es un cielo
es un día como cualquiera
y un instante colmado de descuidos
donde la ley divina de comer para vivir
es el único universo comprensible
y sustentable.
3 comentarios:
me alegra que de esas mitades surja este escrito tan humano y comprensible, tan Yo como tantos yoes, deambulando por ciudades a veces vivas y otras veces tan pestilentes como la oscura tumba en donde van a parar los instantes que ya no están...
C.
(¡hoy no puedes llamarme vaga, jajaja)
¿Habrá algo en el medio de las dos mitades? Un nexo para que no sean tan extremas, digo, porque de haberlo serviría también para mis mitades.
Otro abrazo, poeta.
Y muchas más partes somos. Más que dos, pero parece, por el tren de la vida, que a veces la humanidad se resume a tan poco.
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